Soy una persona bastante sana. Hago lo que puedo para sentirme bien, sin dejar de disfrutar mi vida. Me despierto al salir el sol para hacer yoga y como una dieta bastante equilibrada, pero también agarro el último pedazo de pizza si no lo tomas primero. Pero una cosa que me han dicho una y otra vez es que no bebo suficiente agua.
Durante las visitas médicas, mis doctores me decían que las migrañas horribles que me dejaban incapacitada por días podrían tener algo que ver con la deshidratación. Mi dermatólogo dijo que mi acné probablemente mejoraría si bebía más agua. Y cada esteticista que iba a ver sacudía la cabeza cuando le decía cuán poca agua bebía al día. El agua, al parecer, era la respuesta a todos mis problemas.
Probablemente has escuchado consejos similares: Solo haz una búsqueda en Google para "agua para la piel" y encontrarás miles de artículos sobre el tema. Dicen que el secreto para un cutis radiante es beber múltiples vasos de agua cada día — aunque la ciencia aún está deliberando sobre si todo este H20 en realidad nos hidrata desde adentro hacia afuera. Sin embargo, como nunca he sido una persona que rechaza un reto, decidí darle una oportunidad: Bebería un galón de agua al día por 30 días para ver qué efecto tendría en mi cara.
Idas al baño
No podría haber comenzado este experimento un día mejor: La noche anterior había ido a cenar junto un querido amigo que trabaja en relaciones públicas — reuniones durante las cuales el vino fluye libremente. Así, con una ligera resaca, fui al mercado de camino al trabajo y agarré un galón plástico. Lo bebí con bastante facilidad, y pudo haber sido la primera vez que la deshidratación debido al alcohol hizo algo positivo por mí. Esto es pan comido, pensé. Esta actitud duró por unas buenas 24 horas. Al día siguiente, cuando estaba de compras con amigas (con un galón de agua en mano), choqué contra una pared — es decir, con una pared de azulejos de baño. ¿Sabes cuántos baños públicos tiene la ciudad de Nueva York? Según mis cuentas, tres. Y o siempre están en uso o son repugnantes. Estaba orinando regularmente — por lo menos una vez por hora — y tratando de encontrar un baño cada vez era como tratar de encontrar un Kylie Lip Kit a la venta. Mis pobres amigas estaban esperando constantemente fuera de Starbucks mientras yo iba dando saltitos de conejo ida y vuelta en fila para poder tirar $2 al cajero por un té verde pequeño a cambio del maldito código, para no mojarme a mí misma en su fila, señor, muchas gracias.
No podría haber comenzado este experimento un día mejor: La noche anterior había ido a cenar junto un querido amigo que trabaja en relaciones públicas — reuniones durante las cuales el vino fluye libremente. Así, con una ligera resaca, fui al mercado de camino al trabajo y agarré un galón plástico. Lo bebí con bastante facilidad, y pudo haber sido la primera vez que la deshidratación debido al alcohol hizo algo positivo por mí. Esto es pan comido, pensé. Esta actitud duró por unas buenas 24 horas. Al día siguiente, cuando estaba de compras con amigas (con un galón de agua en mano), choqué contra una pared — es decir, con una pared de azulejos de baño. ¿Sabes cuántos baños públicos tiene la ciudad de Nueva York? Según mis cuentas, tres. Y o siempre están en uso o son repugnantes. Estaba orinando regularmente — por lo menos una vez por hora — y tratando de encontrar un baño cada vez era como tratar de encontrar un Kylie Lip Kit a la venta. Mis pobres amigas estaban esperando constantemente fuera de Starbucks mientras yo iba dando saltitos de conejo ida y vuelta en fila para poder tirar $2 al cajero por un té verde pequeño a cambio del maldito código, para no mojarme a mí misma en su fila, señor, muchas gracias.
Beber tanta agua era también una lección de sorber. Si bebía demasiado rápido, me sentía mal del estómago. Si bebía demasiado lento, no acababa el galón antes del final del día. Cuando mi cuerpo al fin se ajustó y mis idas al baño disminuyeron, todavía tenía que ir con la frecuencia de algunas de las mujeres embarazadas de la oficina. Hubieron algunos días en los que me metía en la cama, me daba cuenta de que todavía tenía un poco de agua en mi jarro, y llegaba a un acuerdo silencioso con el que quisiera escuchar: Voy a hacer cualquier jodida cosa para no beber esa agua. A veces lo hacía, y en ocasiones lo dejaba hasta la mañana siguiente.
La gran recompensa
Tomando todo esto en cuento, estaba viendo algunos cambios positivos en mi piel y en otras partes de mi vida. Quizás el agua no hizo que mi cara se sintiera suave como pétalo, pero sí vi una disminución en el número de espinillas que salpicaban mi barbilla y mejillas. También noté un cutis más radiante — tanto que dejé de usar base e iluminador y comencé a solo aplicar corrector. Era similar a los resultados que tuve durante la Dieta Perricone. Y aunque no estoy segura de que el agua tenga que ver, mi pelo se sentía más suave y se veía un toque más brillante que lo usual. También me sorprendió la cantidad de energía que tenía. Saltaba de la cama cada mañana cuando sonaba el despertador, y mis clases de yoga se sentían más fáciles. Incluso, mi instructor me dijo que notó mi nivel de energía más alto que lo usual. También se dio cuenta que ya no entraba a las clases de las 7 a.m. con un café en mano. No sentía la necesidad de tomar una merienda con la frecuencia de antes, mis antojos de azúcar prácticamente desaparecieron y no había tenido una sola migraña al beber toda esta agua. ¿La mejor parte, sin embargo? No tuve resacas; salvo una noche, cuando mezclé alcohol como una adolescente al salir con mis padres (de todas las personas.) No siempre puedes ganar. Hoy en día, en lugar de cargar una jarra a todos lados, mantengo un récord de mi consumo de agua diario con aplicaciones en mi teléfono. Me encanta una llamada Waterlogged, porque puedes añadir tus propios contenedores y calcular cantidades por volumen. ¿Llego a un galón cada día? Por supuesto que no — tengo suerte si logro beber la mitad. Pero sí estoy más consciente del consumo de diario de H2O, que creo que es lo mejor que puedo hacer. Así que, pregunto: ¿Un galón de agua es un milagro para el cuidado de la piel? No, señora. ¿Curará tu piel escamosa y seca? No por sí mismo, eso es seguro. ¿Pero beber suficiente agua es parte de un régimen sano de cuidado de la piel? Para mí, por supuesto. Y hasta que mi cuerpo o mi médico me digan lo contrario, seguiré bebiendo mi agua. ¿Mi única petición? Por el amor de Dios, que alguien por favor me envíe una aplicación que rastree baños públicos, gratuitos y limpios en Nueva York. Yo y los otros camellos del mundo lo agradeceríamos.
Tomando todo esto en cuento, estaba viendo algunos cambios positivos en mi piel y en otras partes de mi vida. Quizás el agua no hizo que mi cara se sintiera suave como pétalo, pero sí vi una disminución en el número de espinillas que salpicaban mi barbilla y mejillas. También noté un cutis más radiante — tanto que dejé de usar base e iluminador y comencé a solo aplicar corrector. Era similar a los resultados que tuve durante la Dieta Perricone. Y aunque no estoy segura de que el agua tenga que ver, mi pelo se sentía más suave y se veía un toque más brillante que lo usual. También me sorprendió la cantidad de energía que tenía. Saltaba de la cama cada mañana cuando sonaba el despertador, y mis clases de yoga se sentían más fáciles. Incluso, mi instructor me dijo que notó mi nivel de energía más alto que lo usual. También se dio cuenta que ya no entraba a las clases de las 7 a.m. con un café en mano. No sentía la necesidad de tomar una merienda con la frecuencia de antes, mis antojos de azúcar prácticamente desaparecieron y no había tenido una sola migraña al beber toda esta agua. ¿La mejor parte, sin embargo? No tuve resacas; salvo una noche, cuando mezclé alcohol como una adolescente al salir con mis padres (de todas las personas.) No siempre puedes ganar. Hoy en día, en lugar de cargar una jarra a todos lados, mantengo un récord de mi consumo de agua diario con aplicaciones en mi teléfono. Me encanta una llamada Waterlogged, porque puedes añadir tus propios contenedores y calcular cantidades por volumen. ¿Llego a un galón cada día? Por supuesto que no — tengo suerte si logro beber la mitad. Pero sí estoy más consciente del consumo de diario de H2O, que creo que es lo mejor que puedo hacer. Así que, pregunto: ¿Un galón de agua es un milagro para el cuidado de la piel? No, señora. ¿Curará tu piel escamosa y seca? No por sí mismo, eso es seguro. ¿Pero beber suficiente agua es parte de un régimen sano de cuidado de la piel? Para mí, por supuesto. Y hasta que mi cuerpo o mi médico me digan lo contrario, seguiré bebiendo mi agua. ¿Mi única petición? Por el amor de Dios, que alguien por favor me envíe una aplicación que rastree baños públicos, gratuitos y limpios en Nueva York. Yo y los otros camellos del mundo lo agradeceríamos.
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